"Araucanos,
Cunchos, Huilliches y todas las tribus indígenas australes.... Os habla el jefe
de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia..."
Bernardo O'higgins R, Santiago, sábado 13 de marzo de 1819.
Esta carta fue
escrita por Bernardo O'higgins Riquelme en 1819, en el cargo de Director
supremo. Recordemos que esto se encuentra en el contexto de la llamada
"guerra a muerte" los mapuche estaban aliados a España por el
Parlamento de Negrete, por lo que había algunas divisiones internas, unos
pasaron al bando independentista y la gran mayoría al bando realista respetando
los parlamentos. Lo interesante de esta carta es que en ella Bernardo O'higgins
Riquelme reconoce explicitamente la independencia mapuche y anuncia un futuro
reconocimiento formal del naciente estado Chileno, el cual se materializó
finalmente en 1825 en el parlamento de Tapihue, durante el gobierno de Ramon
Freire. Este posterior tratado se respetara en parte durante el periodo
conservador y finamente durante el periodo liberal se procede a la invasión
militar conocida eufemismisticamente como "Pacificación de la
Araucania"
"El
supremo director del estado a nuestros hermanos los habitantes de la frontera
del sud.
chile
acaba de arrojar de su territorio a sus enemigos después de nueve años de una
guerra obstinada y sangrienta. sus fuerzas marítimas y terrestres, sus recursos
y el orden regular que sigue la causa americana en todo el continente, forman
un magnífico cuadro, en que mira afianzada su independencia.
las
valientes tribus de arauco, y demás indígenas de la parte meridional,
prodigaron su sangre por más de tres centurias defendiendo su libertad contra
el mismo enemigo que hoy es nuestro. ¿quién no creería que estos pueblos fuesen
nuestros aliados en la lid a que nos obligó el enemigo común? sin embargo,
siendo idénticos nuestros derechos, disgustados por ciertos accidentes
inevitables en guerra de revolución, se dejaron seducir de los jefes españoles.
esos guerreros, émulos de los antiguos espartanos en su entusiasmo por la
independencia, combatieron encarnizadamente contra nuestras armas, unidos al
ejército real, sin más fruto que el de retardar algo nuestras empresas y ver
correr arroyos de sangre de los descendientes de caupolicán, tucapel, colocolo,
galvarino, lautaro y demás héroes, que con proezas brillantes inmortalizaron su
fama.
¿cuál
habría sido el fruto de esta alianza en el caso de sojuzgar los españoles a
chile? seguramente el de la pronta esclavitud de sus aliados. los españoles
jamás olvidaron el interés que tenían en extenderse hasta los confines del
territorio austral. sus preciosas producciones, su incomparable ferocidad, y su
situación local, han excitado siempre su ambición y codicia. con este objeto
han mantenido continua guerra contra sus habitantes, suspendiéndola sólo cuando
han visto que no hay fuerza capaz de sujetar a unos pueblos que han jurado ser
libres a costa de todo sacrificio. pero no han desistido de sus designios, pues
en los tiempos que suspendieron las armas fomentaron la guerra intestina, para
que destruyéndose mutuamente los naturales, les quedase franco el paso a sus
proyectos. entre tanto el comercio no era sino un criminal monopolio; la
perfidia, el fraude, el robo y en fin todos los vicios daban impulso a sus
relaciones políticas y comerciales.
pueblos
del sud, decidme si en esto hay alguna exageración; y si por el contrario
apenas os presento un lisonjero bosquejo de la conducta española, convendréis
precisamente en que dominando españa a chile, se hubiera extendido sobres
vuestros países como una plaga desoladora, concluyendo con imponeros su yugo de
fierro que acaso jamás podríais sacudir.
en
el discurso de la guerra pensé muchas veces hablaros sobre esto, y me detuve
porque conocí que estabais muy prevenidos a cerrar los oídos a la voz de la
verdad. ahora que no hay un motivo de consideración hacia vosotros, ni menos a
los españoles, creo me escucharéis persuadidos de que sólo me mueve el objeto
santo de vuestro bien particular y del común del hemisferio chileno.
nosotros
hemos jurado y comprado con nuestra sangre esa independencia, que habéis sabido
conservar al mismo precio. siendo idéntica nuestra causa, no conocemos en la
tierra otro enemigo de ella que el español. no hay ni puede haber una razón que
nos haga enemigos, cuando sobre estos principios incontestables de mutua
conveniencia política, descendemos todos de unos mismos padres, habitamos bajo
de un clima; y las producciones de nuestro territorio, nuestros hábitos y
nuestras necesidades respectivas no invitan a vivir en la más inalterable buena
armonía y fraternidad.
el
sistema liberal nos obliga a corregir los antiguos abusos del gobierno español,
cuya conducta antipolítica diseminó entre vosotros la desconfianza. todo motivo
de queja desaparecerá si restablecemos los vínculos de la amistad y unión a que
nos convida la naturaleza. yo os ofrezco como supremo magistrado del pueblo
chileno que de acuerdo con vosotros se formarán los pactos de nuestra alianza,
de modo que sean indisolubles nuestra amistad y relaciones sociales. las base
sólidas de la buen fe deben cimentarlas, y su exacta observancia producirá la
felicidad y seguridad de todos nuestros pueblos. se impondrá penas severas a
los infractores, que se ejecutarán a vista de la parte ofendida, para que el
ejemplo reprima a los díscolos.
nuestras
escuelas estarán abiertas para los jóvenes vuestros que voluntariamente quieran
venir a educarse en ellas, siendo de cuenta de nuestro erario todo costo. de
este modo se propagarán la civilización y luces que hacen a los hombres
sociales, francos y virtuosos, conociendo el enlace que hay entre los derechos
del individuo y los de la sociedad; y que para conservarlos en su territorio es
preciso respetar los de los pueblos circunvecinos. de este conocimiento nacerá
la confianza para que nuestros comerciantes entren a vuestro territorio sin
temor de extorsión alguna, y que vosotros hagáis lo mismo en el nuestro, bajo
la salvaguardia del derecho de gentes que observaremos religiosamente.
me
lleno de complacencia al considerar hago estas proposiciones a unos hombres que
aman su independencia como el mejor don del cielo; que poseen un talento capaz
de discernir las benéficas intenciones del pueblo chileno; y que aceptándolas,
desmentirán el errado concepto de los europeos sobre su trato y costumbres,
araucanos,
cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un
presidente que siendo sólo un siervo del rey de españa afectaba sobre vosotros
una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que
reconoce vuestra independencia, y está a punto a ratificar este reconocimiento
por un acto público y solemne, firmando al mismo tiempo la gran carta de
nuestra alianza para presentarla al mundo como el muro inexpugnable de la libertad
de nuestros estados. contestadme por el conducto del gobernador intendente de
concepción a quien he encargado trate este interesante negocio, y me avise de
nuestra disposición para dar principio a las negociaciones. entre tanto aceptad
la consideración y afecto sincero con que desea ser vuestro verdadero amigo.
Bernardo
O´higgins R.
Santiago,
sábado 13 de marzo de 1819."
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